El masaje geriátrico es una forma de manipulación que satisface necesidades
específicas del anciano. Se realiza con las manos para masajear los tejidos
blandos y mejorar la circulación sanguínea, los movimientos en general y el
dolor.
El movimiento pasivo y activo de las articulaciones puede formar parte del
masaje.
Los ancianos sufren, frecuentemente, padecimientos relacionados con la
edad, como parkinson, artrosis, pérdida de memoria, incontinencia, diabetes o
enfermedad coronaria que originan problemas circulatorios y actividad física
limitada, ansiedad, depresión y soledad.
El masaje les ofrece una mejor calidad de vida al ayudarles a mantener su
salud, recuperar algunas funciones físicas y aliviar la ansiedad y depresión.
Sería innumerable la cantidad de padecimientos de los ancianos, pero cuantos
más mayores nos hacemos más necesidad tenemos que nos acaricien.
El masaje además, aumenta la circulación sanguínea en diabéticos para
evitar complicaciones, como úlceras en las piernas; mejora la circulación
linfática al eliminar sustancias tóxicas del organismo, la calidad y duración
del sueño y dolores diversos; acelera la recuperación de lesiones, produce
relajación física y mental, y aumenta la autoestima.
Se emplea las mismas técnicas básicas que en el masaje general, en sesiones
breves, de 30 minutos, aproximadamente, dependiendo de algunos factores el
tiempo puede variar.
Los movimiento suaves, confortables y relajante alivian la tensión
muscular, corporal y mental; los pasivos, con estiramientos suaves de hombros,
piernas, y pies favorecen la movilidad y flexibilidad articular;
ocasionalmente, se emplean movimientos más fuertes, como fricción y presión.
El masaje geriátrico no produce efectos
adversos, pero no debe emplearse si hay fracturas, áreas inflamadas, gangrena,
hematomas, úlceras de decúbito abiertas o sin sanar, venas varicosas, cirugías
recientes, dolor agudo importante, trastornos cardíacos, algunos tipos de
cáncer antecedentes de formación de coágulos sanguíneos o tratamientos farmacológicos
con anticoagulantes, ya que aumenta el riesgo de sangrados bajo la piel. Si es
vigoroso, puede asociarse a sangrados de órganos vitales, como el hígado, y a
la formación de coágulos sanguíneos. Al impartirlo debe tenerse mucho cuidado
y, de preferencia, deberá ser indicado por un médico que conozca al paciente.
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